viernes, 1 de febrero de 2013

Pies.

Pensaba que era mi día, pero estaba equivocado. Ahora me siento triste, apagado y sin ganas buscando un conformismo que en realidad no lo deseo.
El tiempo empezó turbio y el consuelo ha de esperar hasta la noche. Un par de cervezas, un par de besos y desviar la atención con el fin de no pensar en los pies o los nervios. No hay explicación, sólo lamento. Quejarse no solucionará nada.
Se como soy. Lo intentaré una vez más, pero no me aseguro a mi mismo que si vuelvo a fracasar haya una tercera. La pasta empieza a aflojar y he de centrarme en lo que me tengo que centrar. Los proyectos son infinitos pero hay cosas que pueden esperar.
Quizá me mató la prisa.

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