La lluvia deja paso al sol, el silencio a la música. Banderas grandes que nos encogen y largos viajes en tren que nos adormilan. No eres tú, soy yo.
Pólvora en mis manos, sueños en forma de pulsera que guian el camino hacia la gloria, hasta una fiesta interminable, merecida, conseguida a base de trabajo y esfuerzo. Veo de reojo la meta, algo que celebrar, pero tengo miedo de que el partido a partido se convierta en final a final.
¿Por qué no ilusionarse? ¿Por qué si no miramos atrás?
El caso es que queda menos para experimentar lo que tenga que ser, sea lo que sea. Dependemos de nosotros mismos, que les den a los terceros. El sitio de arriba está reservado para los valientes, para los que sufren, para los que saborean cada victoria como si fuera la última, esa gente que canta con el corazón, para nosotros.
Lo conseguiremos.
Te quiero.
miércoles, 16 de abril de 2014
ATM
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