De todos los finales posibles, no terminó de la forma más dolosrosa, pero sí de la más cruel.
En un segundo, más bien un par de días, pasó de ser sueño a ser historia, como el Titanic.
Fue más importante que trágico, sin gritos más allá de los primeros silencios, buscando una dirección mirando hacia ningún lugar.
Podría llegar a decir que fue bonito, confundido por subir a pensamientos imposibles para lograr una pizca de dolor entre tanta caida. Créeme, volabamos alto, muy alto.
Da igual su nombre, su número de pié, sus tetas y en qué trabajaba. Era única y tú mejor.
Dentro de cinco años diré que soy del 88, que todo esto ha merecido la pena y que la pena se va por donde viene.
Agarraré tu mano, te diré lo preciosa que eres y nos pondremos a arreglar cosas que no estén rotas.
jueves, 9 de febrero de 2017
Caídas.
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