Crecimos diferentes.
Superamos cuatro Guerras Mundiales y dos bombas nucleares.
Esquivamos balas de gran calibre y alguna que otra granada.
Su bandera era blanca con el símbolo de la Paz,
la mía verde con una tortuga ninja.
Nos besábamos en público,
y nos persiguieron hasta que nos dieron caza.
Corría el año 2022 y las cosas se estaban poniendo feas.
Prohibieron el amor.
Pero no el amor convencional, sino el de verdad.
Ese que cautiva a la gente que está a tu alrededor.
Fuimos fugitivos durante 6 años,
huimos a Múnich, Vietnam y Texas.
Nos asentamos en Madrid.
Nuestra vida era sencilla, sin excesos.
Nos teníamos el uno al otro, eso era suficiente.
Desayunábamos tostadas con queso fresco,
cenábamos pizza y fumábamos tabaco de liar.
Todo parecía tranquilo.
Éramos felices.
Éramos felices.
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