martes, 10 de julio de 2018

Duelo.


Todo estaba vacío.
El salón ya no olía a tabaco, los armarios abiertos sin nada en su interior, comida en la nevera por terminar.
Las fotos estaban intactas, en el mismo sitio que cuando me fui, al lado de las cervezas de decoración.
Se respiraba tranquilidad, soledad y vacío, algo difícil de explicar.
Las sabanas seguían sin cambiar y las persianas estaban bajadas.
A pesar de todo, dejó huella.

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