miércoles, 19 de junio de 2013
Otra vez sólo.
Todo se me viene encima en cuestión de segundos. No he podido retener más ese pequeño diablo que tengo dentro de mi y ha salido para hacer daño al de siempre. Su bocanada de fuego a sido tal que incluso me ha quedamdo el corazón y parte del pulmón izquierdo. Me cuesta respirar.
El orgullo se ha desvanecido sin dejar apenas rastro, pero ha dejado una semilla que lucha por crecer.
Ese diablo sin nombre está trazando un mavélico plan que tiene como fin la destrucción de mi felicidad. Pretende aliarse con esa semilla y ayudarla a crecer a consta de mis lágrimas. Su plan es hacerme llorar en silencio y que esas pequeñas gotas saladas se introduzcan por la nariz a la hora de inspirar tras un llanto fuerte y descontrolado. Es muy malo.
Las excusas no valen. Hay que sacar la artilleria pesada para hacerle frente, llamar a Los Vengadores, Chuck Norris, Sylvester Stallone y a Arnold Schwarzenegger. Si la cosa se complica es cuestión de resucitar a Goku y listo.
Ojalá fuera tan sencillo como parece.
Necesito a mi ángel, pero lleva tiempo disfrazado y no le reconozco.
Se me queda pequeño el cielo.
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