Tuvo su oportunidad, les rozó con sus dedos e incluso su alma, encajaba. Había reprocidad y sudó por ellos, pero a veces las historias no tienen finales felices.
Nadie sabe si fue el tiempo o sus actos, pero lo tenía todo.
Ahora se encuentra sola, arropada cada noche por una manta fina de recuerdos que le hacen llorar y reir a la vez.
Espero que se quede con lo positivo desde un tren. Le deseo felicidad en cada sonrisa y mucha surte en su destino. Yo seguiré labrando el mío intentando ser lo más puro posible, con inevitables fallos impaciente por corregir, pero sabiendo que nada es para la eternidad.
Te mentiria si te dijera lo que quieres escuchar.
Vuela.
lunes, 21 de octubre de 2013
Ira.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario