No me dolerá mañana decirte adios, has sido muy cruel tirando de la cuerda, tensando y destensando los sueños a tu antojo sin pensar en lo que podría pasar.
Se me escapará una sonrisa y un suspuro al dejarte atrás, dejaré de envejecer al ritmo de tus días, horas, minutos, segundos, tiempo.
Me llevo de recuerdo cardenales en el corazón, arañazos en mi cabeza y alguna que otra fisura que no terminará nunca de curar. También dejarás ascuas.
No pude cambiar el mundo, ahora toca integrarme.
¡Vete para no volver!
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