Me encanta que me digan que soy grande, que voy a llegar
lejos, que soy guapo, alto o fuerte por muy bajo o gordo que sea.
Me encanta ese paralelismo al escribir, ese guiño que
retrocede al principio y llena la escritura de nostalgia, pero no es más que un
engaño, una careta de goma dura.
Y se rompe la musicalidad, se hacen añicos los sueños en
forma de mensajes electrónicos. Punto y seguido.
Punto y aparte.
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