Me encuentro solo en medio de la calma, tras una tormenta
con olas parecidas a las de hace un año. Discursos y palabras navegan rodeando
decisiones contradicentes que ponen en jaque la credibilidad de los
pensamientos que casi me ahogan, pero no estamos en la mar. Cierro los ojos y
no consigo ver nada, respiro hondo y me traslado más lejos de lo que imagino,
cayendo en un sueño constante y placentero que solo el sonido de un teléfono
puede devolver a la realidad.
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