Yo quería querer y ella regresar. Era un punto dilumbrante de fondo borroso, como ventisca en un día nublado.
Entre sueños parpadeé y ella me cogió de la mano, pero era tarde para secar el sudor frio que recorría mi cuerpo.
No era frio sino viento helado, no era sol ni tampoco lluvia.
La felicidad se desvanecía a la par que se convertía en espejismo sin reflejo, sin camino, sin Dios, sin rumbo.
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