Es terrible empezar a conocerse de verdad, es terrible asumir que te adelantan a toda velocidad y te conviertes en estatua. Y sientes que las notas invaden el espacio, tu cuerpo se estremece, tu cerebro va despacio, reconoces esa euforia que luego da paso al llanto, porque estar mal, ya sabes, también tiene su encanto.
Y esa sensación amarga una vez que ha terminado y el consejo que recibes de quien tienes a tu lado. Piensas demasiado, piensas demasiado, piensas demasiado.
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