Se fue la inspiración al terminar de caminar ese pasillo de mármol y abrir esa puerta de madera para después cerrarla por dentro. Unos días muchas ideas y hoy pocas, eclipsado por el humo de contrabando que sigue en mi pecho desde anoche.
Cruzo los dedos para poder seguir adelante sin tener que frenar en seco, podría tener un accidente. Suena duro decirlo, es parecido un acorde agudo de un virtuoso de las seis cuerdas, pero la palabra más similar es la de “esclavitud”. Menos mal que no me faltan los hervores de los antiguos.
Espero una contestación urgente, la espera me mata. Estoy sufriendo demasiado, no aprendo nada nuevo y soy consciente de que no sé nada. Esto solo sirve para contar anécdotas curiosas como la que he encontrado hoy, pero es un secreto. Te tendrás que acercar para que te lo cuente.
La solución es ir a una gaferia y ponerme unas gafas para poder ver con otros ojos a través de unos cristales que distorsionen la realidad de una forma positiva.
Si gritas no te escucho. Quiero dejarme llevar, callarme y escuchar para no ver el final, pero eso sería no tener controlada la situación. Es demasiado buena para no prestarla atención, pero escuchas lo que te imponen.
No tienes poder de elección, ellos ya lo hacen por ti. Qué grande es la libertad. Pienso que nadie la conoce del todo. La libertad no existe, es inútil luchar. Perder fuerzas para no llegar a ningún fin es absurdo.
Yo lo dijo el más famoso de los médicos, no se puede estar siempre feliz, eso es una enfermedad.
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