viernes, 23 de junio de 2017

Bar.

Era la reencarnación del diablo, puro pecado diría yo.
Su mirada iba más allá de los ojos y de la boca, hipnotizaba.
En la cama era fuego, y eso no se olvida fácilmente.
Aun me acuerdo cuando caminábamos de la mano,
también de cuando me guiñaba un ojo en Julio.
Ahora le sigo en las redes sociales,
y veo que aun sigue con sus cuernos y su rabo.

miércoles, 21 de junio de 2017

Despedida.

Se abrazaron en el andén.
Radiaban felicidad y tristeza a la vez, y Atocha enmudeció.
Ella iba camino al aeropuerto en el tren de las nueve.
Él se quedaba en Madrid otra vez más.
Al llegar a casa sintieron un gran vacío. Vuelta a la realidad como dirían muchos.
Ya no se si eran fuertes o estúpidos, pero sin conocerlos de nada sus sonrisas merecian la pena.

lunes, 5 de junio de 2017

Escher.

Rozamos los "te quiero" como si fuera algo extraño.
Éramos conscientes de que si alguien lo decía, se iniciaba el principio de algo doloroso y placentero.
Los esquivamos con clase, con pequeños vaciles que nos sacaban tímidas sonrisas.
También utilizábamos silencios largos y miradas a los ojos.
Al final, todo cayó por su propio peso.
Se alejó caminando de espaldas, con la mirada fija en mi boca, y cuando estaba a diez metros de distancia se paró en seco.
Saco una manzana de su bolso, se la puso en la cabeza y dijo el “te quiero” más sincero del mundo.
Esperaba mis cuchillos.
Ya no le importaba morir.