Era la reencarnación del diablo, puro pecado diría yo.
Su mirada iba más allá de los ojos y de la boca, hipnotizaba.
En la cama era fuego, y eso no se olvida fácilmente.
Aun me acuerdo cuando caminábamos de la mano,
también de cuando me guiñaba un ojo en Julio.
Ahora le sigo en las redes sociales,
y veo que aun sigue con sus cuernos y su rabo.
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