miércoles, 26 de agosto de 2015

Partes



Tu pelo.
Corto o largo, da igual.
Tu sonrisa.
Con la boca abierta o cerrada, da igual.
Tus orejas.
Con pendientes o sin ellos, da igual.

Pero tu compañía, tu compañía no da igual.

jueves, 20 de agosto de 2015

Tu enemigo eres tú.

Y tú.
Tú no tienes rival.
Tu sonrisa, tu forma de andar, tu mirada, no tienes rival.
Esa manera de existir, tu habilidad para crear un continente de la nada, tu mundo, sigues sin tener rival.
Quizá, y tras mucho pensar, llego a la conclusión que tu único límite eres tú.
Sin rival, eres tú.

martes, 18 de agosto de 2015

Lunar.

Veía los programas de la 2, le gustaba la cultura y leía poesía.
Escuchaba música que jamás había escuchado y fumaba tabaco de liar.
Tenía un acento peculiar, disfrutaba de la vida y Granada era su patria.
Amante pura, bebía cerveza como ninguna, era nómada y emprendía, si emprendía.
Su pelo no tenía color, castaña de naturaleza ocultaba su esencia bajo un tinte rojizo.
Fue un amor corto, verdadero, nos cuidamos y se llevó una parte de mí.
Estés dónde estés, esa fue la microhistoria.

jueves, 13 de agosto de 2015

Universales

Soñamos.
Si, lo hacemos constantemente.
Dormidos, despiertos, con los ojos cerrados o con los ojos abiertos, lo hacemos.
Cuando no queremos, lo hacemos con más fuerza, y duele.
Duele no poder controlarlo. Duele saber, que cuando más alto vuelas peor será la caída.
Pero es necesario.
En los sueños reside la base de tus ilusiones, y sin tus ilusiones la vida no tendría esperanza.
Esperanza de poder vivir en un mundo mejor, sin guerras, sin maltrato, hablando todos los idiomas, con mojitos en verano y estufas en invierno.
Por eso, los sueños son universales. Son tan personales que muchas veces los ponemos en común, regalando un pedacito de nosotros a la gente que nos importa.
Y llega el miedo. Miedo a contar nuestras fantasías, miedo a coincidir con alguien e ilusionarte, o por el contrario, comprobar que estás loco.
Tenemos que contar lo sueños, quizás estemos en el mismo escenario, en la misma playa o sin la mima ropa, quien sabe. Hay que contarlos. ¿Hay algo mejor que coincidir en un sueño? ¿hay algo más arriesgado?
Esa coincidencia puede llegar a enamorar. Da igual que sea tu amigo, familia, un desconocido o tu novia, te enamoras y punto. No puedes controlarlo, y jode.
Los sueños te pueden llevar a lo más alto. Alexander Fleming un día soñó con la penicilina, Keith Richard con “Satisfaction”, Albert Einstein con la “Teoría de la relatividad” y yo contigo. Si, contigo.
Luego existen las metas, los propósitos y los planes de fin de semana que, ingenuamente, crees que lo decides tú y no tus imaginaciones.
Cuando menos te lo esperas tenemos una carrera, somos propietarios de un coche, vestimos con esa camiseta que compramos en ese centro comercial y estamos en esa playa junto a nuestros amigos con los que coincidimos por unos instantes a la hora de pagar el viaje fruto de la ilusión que generó las imágenes que se formaron en nuestras cabezas.
No te engañes, no lo decides tú, lo decide tu subconsciente, tus ganas, tus expectativas.
Esas hipótesis son las que nos dan el empujón que necesitamos para seguir cuando no tenemos aliento, esas que marcan nuestros proyectos personales, la incertidumbre de cuanto dolerá la caída de ese vuelo sin motor en este mundo de locos en el que formamos parte.
Es lo bonito. Saber que debajo no hay red. Creernos trapecistas en nuestro propio circo, domar leones, hacer un mortal con doble tirabuzón y ser contorsionistas por un momento. Vamos, lo típico. Soñar.

miércoles, 5 de agosto de 2015

No lo hagas.

No te enamores de mi.
No lo hagas ni lo pienses.
Lo pasarías mal y yo peor.
Rozariamos las estrellas y nos faltaría el aire.
Reiriamos hasta que vomitaramos las mariposas de la tripa.
Escucharíamos la mejor música en cada momento.
Me mirarías de reojo mientras condujese, y yo, mientras lees.
Bailariamos sin ritmo y nos pisaríamos los pies.
Nos besariamos en momentos puntuales, prero nos abrazariamos todo el día.
Beberiamos cerveza, te daría mis tapas y pagariamos a medias.
Sería fantástico.
No lo hagas.

lunes, 3 de agosto de 2015

Cerca y lejanías.

Hacía tiempo que no viajaba en tren. Me siento, lo más cómodo que te permite esta tabla de plástico acolchada, y comienzan a fluir las palabras, la escritura, el tiempo.
El hombre que tengo a mi lado no levanta la mirada del movil, la de al fondo a la derecha lee un periódico gratuito, la de la izquierda sueña y el que tengo atrás no le veo. Todos son convencionales, aunque si me dieran la oportunidad de conocerlos cinco minutos, podría cambiar mi opinión.
Sabría decirte quién sale de las pautas de nuestros prejuicios, de mi visión nocturna en días soleados, del salón sin cerrar la puerta.
A lo lejos, un olor hace que el movil, el periódico y los sueños pasen a un segundo lugar.
Era ella.
No le conocía, pero supe por un instante que esa colonia escondía una voz diferente al resto.
Por un momento imaginé que su tacto me acercaría al Everest, que me costaría respirar si me buscaba el ombligo. Fue un instante tan fugaz que no me dejó parpadear.
Llevava zapatillas de marca, de esas que están de moda y que llevan escrita una N, unos pantalones que dejaban al descubierto un tatuaje que no podía descifrar, una camiseta veraniega y escuchaba música. Si, música.
Tenía que ver todo más de cerca, oler esa colonia que me hacia olvidar por un momento que ayer fue martes, intentar darme cuenta de que estaba equivocado.
Supuse que se llamaba Marta, que venía de una familia obrera, que lo había pasado mal por amor y que tenia 26 recien cumplidos. Supuse demasiado.
Los minutos pasaban y ahí seguían mis amigos del vagón, seguía el hombre que miraba el movil mirando el movil, la mujer del periódico leyendo el periódico, y seguía sin poder ver al de atrás.
No importaban los apellidos ni la dirección, solo quería comprobar que este tren no era convencional, pero no tuve suerte.

domingo, 2 de agosto de 2015

De ninfas.

Es esa sensación de elegir el camino del bosque tenebroso fente al del sol, los pájaros que cantan y las hadas que te saludan al pasar.
Esa puta bifurcación con carteles en la que se puede distinguir la palabra impulso de la de facilidad.
Estoy a la entrada, me apetece caminar un poco más, adentrarme en esa oscuridad para probar si es verdad lo que dicen.
Me comentaron que los murciélagos cantan ópera y que las ninfas te ofrecen cerveza de la zona. Las flores oscuras huelen a Ultraviolet y la poca luz que se refleja en el agua proyecta tu rostro. Tu rostro pero no tu nombre.
También me dijeron que antes del final habia un casino, donde se encontraba una ruleta con un sólo número, un sólo color, una sola carta.
Nadie salió de allí. Nadie pudo regresar para avisar de lo peligroso y placentero que era ese final.
Se rumorea que hay un valle donde el sol luce con mas fuerza de la que imaginas, pero no necesitas gafas de sol, todo lo contrario del final de ese camino que indicaba el cartel de la facilidad.
En el valle de la impulsividad las ninfas desaparecen para dar paso a tu cuerpo desnudo, proyectando tu nombre al fondo a la derecha.
Elige.

sábado, 1 de agosto de 2015

Verde

Me la follé muchas veces, más de las que te puedes imaginar.
Ahora luce radiante de la mano de ese chaval, pero con más madurez.
Con el pelo de colres grita ser atrevida, y lo es. Quizá su apellido sea estilo.
Aún recuerdo su risa, sus pechos, el sabor de su sexo y su gran gusto musical. Me ponía como ninguna.
Ya no duelen sus fotos, han pasado 9 años a pesar de lo joven que soy.
Me quedo con que un día fuimos libres, mirándonos de reojo, fuimos libres.
Sólo espero que te sigan gustando los pepinillos picantes.